Dos amigos, Jesu y Nano. “Las alforjas”, nos llamaban de niños nuestras madres por ser inseparables. Tras sesenta años cargando estas alforjas de sueños, en este camino de vuelta nos hemos decidido a cuidar de nuestras viñas ecológicas como si fuésemos a vivir eternamente, mimando su entorno, observando sus ciclos vitales, acompañándolas y protegiéndolas a lo largo del tiempo.
Recorremos viejos caminos con nuevos ojos. Como se hacía en otros tiempos, volvemos a observar el campo, a sentir lo que ocurre entre las cepas, a respetar el equilibrio vital que impregnaba los racimos de los aromas del entorno y llenaba los vinos del sabor a esta tierra.
La piedra angular de nuestro trabajo es un ecosistema en el que nosotros, como agricultores, formamos parte de un entramado donde la salud del suelo, de las plantas, de los animales y de las personas, están totalmente ligadas. Queremos recuperar un ciclo capaz de imitar de nuevo a la naturaleza, permitiendo el desarrollo de las plantas favoreciendo sus defensas naturales, enriqueciendo de vida nuestras viñas y su entorno, cuidando de la biodiversidad como una parte más de nuestro equipo.